07 julio 2014

Inocente promesa: imposible olvidar.

Hoy, un día como cualquier otro pero un tanto especial, debo aclarar que me gusta apreciar pequeños detalles que la gente ignora, que por más pequeños que sean sí lo observas bien cerquita verás lo maravillosos y grandes que estos pueden llegar a ser. Pues hay una fecha, detalles y momentos que son imposibles olvidar, esos recuerdos de momentos que transforman todo lo amargo en algo perfecto y dulce, pues eso paso en mi vida desde aquel día. Hay cosas que te hacen cambiar tu vista, tu opinión y cada aspecto de tu vida y para mi comenzó esto desde que desperté, con mis ojos lagañosos y con mi cabello negro largó todo despeinado, todo era igual a mi cotidiano vivir pero había algo nuevo, mi sonrisa siempre la llevaba pero no del modo que brillaba esta vez, era especial y distinta porque no era un día cualquiera, era un lunes 10 de junio de 2013, yo sé, ha pasado un año pero aún esa sonrisa brilla y con un destello más grande. Pues como les explico, eran mis manitas sudorosas y mi voz un tanto temblorosa, mi ducha fue rápida y mi llegada también, cuando comienzas algo nuevo todo lo demás pasa tan de prisa pero lo sientes tan lento, eso me pasaba, mis ansias de veré eran tan grandes que mi llegada a ti se hizo eterna, no paraba de mirar el reloj, mis piernas temblaban y no sabía ni siquiera que hablar ni en que pensar, pues me sorprende porque hablábamos por horas de horas pero esto era diferente, nunca lo especificamos pero si, era una cita. 
No se como no me morí pero en realidad quería que me tragara la tierra, no verlo, no llegar nunca, si quería pero tenía miedo, por primera vez me importaba el que iba a pensar de mi, si yo le gustaba un poco, si hablaba demasiado, tenía miedo. Llegué y todo el mundo se me detuvo, no me importo el reloj por un tiempo, hubieron esas miradas que te roban el alma y te la desnudan por completo, ese momento, me desnudó la vida en una mirada, me desnudó el alma y cada segundo lo iba haciendo, tienen idea de cuán maravillosas fueran las miradas, las caricias sin las manos, todo fue dentro de mi, lo hacía con su pensamiento, su mirada, el era perfecto, su sonrisa, no podía dejar de mirarlo. 
Era imposible olvidar, hicimos una inocente promesa, no textual ni oral, para mi fue una promesa hecha en un beso, un beso tierno y robado.